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    ( Creces, 2016 )

    Tratar de explicar cómo y porqué la nutrición puede afectar el desarrollo del cerebro y el rendimiento intelectual presupone que entendemos como es la estructura del sistema nervioso central y como funciona. El cerebro, como cualquier otro órgano está formado por células. Estas células nerviosas se denominan neuronas e interactúan entre ellas. Sin embargo, el cerebro es el órgano más complejo y acerca del cual menos sabemos. Contiene aproximadamente cien mil millones de células neuronales rodeadas por células gliales que les brindan sostén y nutrición (casi exclusivamente glucosa). Las neuronas se comunican con sus propias prolongaciones mediante señales eléctricas y entre sí a través de señales químicas: cada neurona recibe señales provenientes de centenares o miles de otras neuronas. Las neuronas están agrupadas en estructuras que poseen funciones específicas; a pesar de una enorme cantidad de investigaciones a través de diferentes disciplinas, todavía sabemos poco acerca de la forma en que funciona el cerebro. Una analogía muy frecuente compara al cerebro con un computador. Aparte del hecho que ambos utilizan señales eléctricas y de que son capaces de operar a altas velocidades, es el cerebro el que ha diseñado a la computadora y la evolución de la computadora depende de la continua evolución del cerebro y no de la situación opuesta. Esto lleva a plantear dos preguntas de tipo filosófico: ¿puede el cerebro llegar a entender al cerebro? Y, de manera más importante ¿puede el cerebro entender a la mente?.

      ( Publicado en Revista Creces, Diciembre 2001 )

      Según los antropólogos, los primeros emigrantes que llegaron a América, habrían cruzado a través del Estrecho de Bering (Cuándo y cómo llegó el hombre a américa) . Recientemente nuevos estudios basados en la forma del cráneo, hacen pensar que al menos hubo dos grandes migraciones. La primera serían personas que se asemejan al Hombre de Kennewick y la segunda, a gente proveniente de Asia Central. Los estudios lingüísticos apoyan esta hipótesis. Sin embargo los estudios genéticos y arqueológicos dan resultados contrapuestos.

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